Reencuentro y crisis

Hace días que siento que debo este testimonio, creo que es tanto lo que ha pasado, entre reencuentro y crisis, que no puedo ni escribirlo. Solo porque desde que abrí el blog he cumplido con una premisa: jamás escribiré de algo que no experimente. Quizás por eso llevaba tanto tiempo sin hacerlo y hoy tengo algo más que contar.

El proceso de traer a Lucas nos costó unos 11 meses desde que salimos de Cuba. Fue tiempo en el que recibimos, como siempre, apoyo incondicional de la familia y muchos amigos. Apoyo de todo tipo, espiritual, emocional, económico.

Fue un período en el que todos me preguntaban si no extrañaba a Lucas, cómo era posible que estuviera disfrutando ese tiempo a solas, cómo hacía para mantenerme feliz y cada una de esas interrogantes me asediaban luego, sobre todo en los momentos de aparente calma, algunos días me sentía culpable y otros dichosa, y así en ese vaivén de emociones pasó el tiempo.

Esta etapa permitió que Adri y yo pudiéramos tener unos meses como pareja, como pareja emigrante, además. Amarnos, apoyarnos, a ser hombro y consuelo. Por suerte hemos aprendido a no caernos juntos, cuando uno de los dos se rompe el otro está ahí, remendando abrazos. También nos fajamos, nos gritamos y seguro nos miramos con odio y furia, pero de esos no me acuerdo 😉

Lucas, por su parte, vivió unos meses de vacaciones eternas, de amor desmedido, de vivir consentido y siendo “el Rey”. Viajaba por El Entronque y Camagüey, entre amor de abuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas, amigos, vecinos y conocidos, pudimos disfrazar la ausencia de mamá y papá casi ilesos hasta que, lamentablemente, la pandemia entró en las casas de nuestras familias y todo se puso muy tenso.

No puedo imaginar lo que ellos sintieron. Hoy sé que temían más por contagiar a Lucas que por su salud propia. Por suerte, este chiquito bendito escapó y no le tocó el Covid, sin embargo, desafortunadamente, sí se enfermó con dengue, un dengue muy malo que lo tuvo tres días en terapia por los cuidados y su condición de nacimiento. La angustia nos tragó.

En ese punto no me alcanzaban las terapias, las reflexiones, el “todo va a estar bien” de siempre. Realmente había demasiado ruido en mi mente como para escuchar a mi instinto, por primera vez sentía que no sabía nada.

Por otra parte, al otro lado del Mar, en Camagüey y La Habana hubo una revolución silenciosa y profunda, otra vez el apoyo impagable de la familia y los amigos, sumado a otras tantas personas que se brindaron a ayudar, que ayudaron, que contactaron médicos, muchos conocidos con los que hacía tiempo no hablaba que extendieron su mano, sus conocimientos, muchas mamis que en una situación tan “especial” como la que se está viviendo en Cuba, compartieron sus insumos y las famosas gelatinas, mucha gente que enviaban mensajes de apoyo, sus buenos deseos y sus energías, así que nosotros, en medio de todo aquello, no hacíamos más que pedirle a Dios que todo estuviera bien y agradeciendo por estar rodeados de tanta gente linda.

Hoy puedo decir, sin dudas, que esa fue la peor etapa. También le adjudico una enseñanza indescriptible. Cuando no se tiene la respuesta, cuando la solución no está en tu zona de poder, cuando por más que te preocupes no puedes agarrar un avión e ir, ahí entiendes tantas cosas…no podíamos hacer más que confiar y esperar.

Fue ese momento donde decidimos que el tiempo que faltara uno de los dos debía estar con Lucas, así que en cuanto hubo un vuelo disponible, Súper Papá fue al rescate. ¡Y qué bueno que se ocupó él! La recta final estuvo llena de trámites, papeles, citas, viajes y un sin fin de cosas, ¿y yo?, yo soy más de prender velitas y rezar para que todo se manifieste sin contratiempos, hasta que por fin pudimos vivir el anhelado reencuentro.

Felicidad, no sé si he sentido tanta en otro momento, y mira que he sido feliz, pero esta sensación fue diferente. Ahí comenzaron nuestros primeros días juntos, otra vez, en un nuevo país, bajo un nuevo sistema, con otras responsabilidades, comodidades y nuevos aprendizajes.

Pero como la mente no para y no entiende de Unicornios de colores todo el rato, caí en una crisis: ¡Lucas no se parecía a mi Lucas!

A mis brazos llegó un niño más grande, que hablaba diferente, que razonada diferente, que no se llenaba con lo que yo recordaba…Aparecieron caras de frustración y furia, cruzaba los brazos cuando se molestaba…llegó haciendo pucheros cuando no le dábamos algo y muchas actitudes que yo no reconocía.

Sentía que se estaba comportando de una manera egoísta, como un niño merecedor… (claro, la niña del monte que debía conformarse con las muñecas heredadas, o con cocinitas inventadas de palitos y hojas, no podía entender que Lucas quisiera un juguete más con un cajón ya lleno), sin detenerme a pensar que nuestras historias, épocas y aprendizajes son diferentes.

A eso le sumamos una etapa que nos duró unos días, por suerte, a la que hoy le llamo el Servicio Militar:

Llevábamos tantos meses viviendo solos, con todo impecable, y planificando la vida “ideal”, que quisimos de golpe que Lucas llegara y se adaptara a eso, como si no hubiese pasado el tiempo, y entre: lavarse las manos para cenar, los dientes antes de dormir, los juguetes recogidos, el cuento antes de dormir, no teléfonos para comer, todos juntos en la mesa, la ropa sucia al cesto, saluda cuando llegues, da las gracias, tienes que estudiar, vamos a llamar a tus abuelos, te están hablando tus tíos, tienes que vestirte solo, como es ‘eso’ si ya eres grande…Es que lo escribo y me agobio.

Por suerte, tengo mucha gente sabia a mi alrededor y luego de dos llantos, ya me estaban “ubicando” y haciendo ver que estaba queriendo ir muy de prisa, que no tenía que impresionar a nadie, que no hay que ser mami y familia socialmente “perfecta” y que solo teníamos que estar en paz, y entre alones de moños terapéuticos, también me dieron un punto que yo no estaba viendo, Lucas no solo llevaba un año digiriendo que sus padres estaban lejos, estaba a semanas de cumplir los famosos 7 o la edad de la peseta como decimos en Cuba.

Es el período donde los niños se “desconectan” de los padres y comienzan a asimilar que están creciendo, atraviesan un periodo de melancolía, de emociones pesadas, de sentir que el mundo es más grande de como lo conocen, de percibir de una manera diferente y se empiezan a ver como seres independientes.

«A lo largo de estos 7 años el cerebro del niño no ha parado de desarrollarse y expandirse…se están haciendo mayores y sus posibilidades de pensamiento y acción se están ampliado a un ritmo vertiginoso. Ansiosos de libertad y de autonomía es frecuente ver cómo se rebelan contra los límites y normas que establecemos en el hogar. Su lenguaje es ahora mucho más elaborado, por lo que la rabia y la frustración que sienten al no poder conseguir lo que quieren, y que antaño expresaban con su cuerpo a través de rabietas y pataletas, ahora son capaces de verbalizarla a través de improperios, insultos o palabrotas. Además, es habitual oírles quejarse de lo injusto que es aquello que les ocurre.» (Guía Infantil)

A estas alturas del campeonato, con tantas herramientas en la mano no podía permitirme no entender qué abrumaba a mi hijo, qué me desconectaba de él y eso era lo que más me dolía, sentía que por más que pensara no lo comprendía, no lograba empatizar y esa sensación sí era nueva para mí. Ese fue mi STOP, entender que me estaba desesperando perder el control. Respuestas concluyentes aún no tengo. Aquí vamos, re-aprendiendo juntos para pasar este trance que, les adelanto, puede empezar a los 6 y durar hasta los 9 años.

Sin ánimos de confundir:

¿Estamos felices? Sí. Mucho.

¿Es sincera la sonrisa en las fotos? Sí. Incluso, increíblemente, nos hemos permitido vivir muchos momentos sin compartirlos en las redes.

¿Estoy en contra de los buenos modales? No. En lo absoluto. Solo que quiero que sean genuinos y no impuestos.

¿Tuve ganas de castigar y pegar? Sí. Pero no lo hice. Pegar no es mi solución.

Me urge decir que la maternidad empieza con la primera sospecha y no acaba jamás. Cuando creemos que tenemos todas las respuestas aparecen otros dilemas por resolver. Nuestros hijos, todos, son diferentes y las herramientas que le sirven a unos, no tienen por qué funcionar para otros. Las historias por sanar y los conflictos son diferentes, y aún siendo los mismos, no todos reaccionamos y percibimos de la misma forma. Lo que vemos en las redes sociales no dura 24×7 (felicidades a quien sí), y comparar a nuestros hijos con otros niños es una pésima práctica.

Por mi parte, debo aprender a no ser tan exigente conmigo, a no querer controlarlo todo, Lucas no pidió estar lejos de nosotros, fue una decisión que tomamos y tiene consecuencias, y aún sabiendo eso, no es nada saludable sentirme culpable. ¿Qué puedo hacer ahora? Escuchar qué tiene para decir mi hijo, observarlo e identificar sus puntos de vulnerabilidad y los míos (dónde me rompo, qué es lo que más me molesta, en qué momento, para qué me siento así), usar esa información para entender que todos estamos haciendo lo mejor que podemos y sabemos.

En vísperas de estas Navidades, de un año tan difícil para todos, yo deseo que podamos volver al inicio, que paremos un ratico. Que tengamos la fuerza de voluntad suficiente para mantener una crianza consciente y respetuosa, que los límites vengan, sí Señor, pero con muchos abrazos.

4.3 13 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
24 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
Dayana

Hay como esperé esto, gracias gracias gracias, por las lágrimas y el aprendizaje, que más puedo decir, eres grande niña y que dios bendiga esa familia hermosísima que han creado 🥰

Arailaisy Rosabal

Manera de aprender contigo 😊

Yoxi

Hermoso escrito, me identifique en varios estados de ánimo tuyos cuando estabas lejos de Lucas, es complicado para todos por sobre todas las cosas para el niño.
y siéntete suertuda por tener apoyo amiga y cariño. Yo no dispongo de ese beneficio es algo más con lo que lidiar, pero sigo fuerte y para adelante, lo más importante Diego.
sin desesperarme.

Lianny

Bellas y sabias palabras como siempre,mil gracias por ellas, deseo que la vida nos siga dando a tod@s la dicha de seguir leyéndote y aprendiendo de tus vivencias. Feliz navidad y que vengan más bendiciones para ustedes.

Adria

Que bonito!!!!

Yenny González Alvarez

Que decirte! Gracias por escribir así tan bonito, sincero🙏 Leyéndote me dieron ganas de llorar, me reí , me puse feliz por ustedes. Y no sabes cuanto aliento siento al ver que lo lograron y que juntos batallan para reconectar y entenderse.
Feliz Navidad!!!!!🎄
Besitos desde Cienfuegos!😘

Yary Carmenate

Alguna vez terminaré de leer algo que escribas sin llorar ?

Yami

Qué niña tan sabia y cuánto amor en esas palabras… Seguro ya lo sabes pero una vez más por las dudas, los amo y aquí estoy ☺️

Yessy

Ay Yani que bellas palabras y sobre todo cuánta naturalidad , alegría, tristeza y enseñanza expresas!! Personalmente me hace muy feliz el reencuentro con tu Lucas, las próximas etapas estoy segura de que podrás manejarla al 100 👌🏻 como siempre han sabido hacer. Mis mejores deseos y sean muy felices.

Yohannia

Transparencia, sinceridad y amor en tus palabras. NO soy madre aun Yani, y espero en dios poder serlo y te leo y aprendo tanto. Te deseo todas las fuerzas del mundo para que esta nueva etapa de reconstrucción personal y familiar fluya bien para los 3. Besos hermosa y gracias por abrir tu corazón.

Leyani

Reales palabras y sentimientos, tu “cuñi” como cariñosamente me dices, se siente parte de esta historia y así fue y así es como mismo relatas y aunque estemos todo el tiempo a su lado y tratando de dar lo mejor de uno para ellos en todos los aspectos , nuestros hijos son otras personas , otro ser vivo q vive su tiempo, su época y su momento por lo q va a responder muchas cosas completamente diferente a nosotros y nos quedamos asi 😳😬🥺 sin entender cuándo , cómo y dónde pero nada seguimos para delante paso a paso y… Read more »

Liliana

Ay Yani! Aquí estoy aún con lágrimas en los ojos interiorizando cada una d tus palabras, imaginando y poniéndome en tu lugar. Pero eres una guerrera amiga! Siempre buscas la mejor solución a cada situación y verás, con ése amor y paciencia q t caracteriza, cómo lograrás sobrellevar y moldear los comportamientos d tu nene. El amor todo lo puede, todo supera y más tú q a pesar d la distancia siempre fuiste una madre presente. Besos y miles d bendiciones para uds.🤗🙏