A unas horas de celebrar el Día de las Madres y adelantándome a la avalancha de felicitaciones que todos nos hacen, quiero contarte lo difícil que ha sido esta última semana para mí y te demostraré, además, por qué la felicitación y la admiración más profunda que necesitas es la tuya, no el segundo domingo de mayo sino, cada día de tu preciada vida.

En vísperas de organizar todos mis pendientes, hice una lista por cada uno de los proyectos profesionales y personales en los que deseaba trabajar. Terminó en 7 columnas, cada una con varios puntos a desarrollar y sin contar, por supuesto, con el capítulo Lucas y todos los epígrafes que lleva. Lo peor no fue percibir que tenía muchas cosas que hacer, sino “pensar” en todo lo que tenía que hacer para llevarlas a cabo.

Para organizarme con el blog necesitaba un cronograma de publicaciones. Para ayudar a las madres que escriben por el grupo necesitaba leer y documentarme. Para impulsar Behart necesitaba alcanzar a los artistas. Para apoyar a los emprendedores en Nehed necesitaba estudiar. Para pasar mi curso de Marketing necesitaba aprender. Para brindar calma a las personas que me acuden, necesitaba escuchar audios de espiritualidad. Para no engordar “feo” necesitaba hacer ejercicios. Para aprender inglés necesitaba estudiar. Para hablar de maternidad consciente y responsable necesitaba ser coherente y aplicarlo con Lucas.

Resultado final: colapso.

¿De dónde iba a sacar paz para dar si lo que tenía en la cabeza era una batalla?

Lo primero que hice fue armar el guion de mi película y escribirle a unas amigas, pero ya soy vieja en esto de superar las crisis y cuando me escuché diciéndoles y quejándome de todas las cosas que tenía que hacer, me di cuenta que había un factor que estaba repitiendo: echando la culpa afuera.

Fue más fácil para mí poner la responsabilidad en todas las cosas que tenía pendientes que reconocer que estaba co-creando más de lo que podía sostener.

Así que hoy, luego de escuchar lo que mi bruja particular tenía para decirme y bañarme con todo un ritual de flores, velas, inciensos y meditación. Hoy, cuando yo fui consciente de que no debo descuidarme, no debo esperar al colapso para amarme y mimarme, hoy todos los proyectos siguen ahí, pero la carga en mi mente se disipó.

No tienes que poder con todo. Porque puedes permitirte sentirte cansada y abrumada, y no sentirte culpable por eso.

Sentir inseguridad, culpa y rabia solo llevan al descontrol, al malestar. Los obviamos y luego aparecen entonces, las dolencias que justificamos con haber dormido mal, con la llovizna, con…Los síntomas físicos siempre son un medio de comunicación. ¡Escucha a tu cuerpo!

Es normal sentir miedo. Cuando una situación nos recuerda el pasado, y creemos que así será en el futuro, eso se debe a que una parte de la mente es memoria y la otra imaginación, pero afortunadamente ninguna de las dos está ocurriendo en este preciso momento. Es importante reconocer que cuando te sientes así, no estás AHORA viviendo con la vida, sino con la mente y si tienes miedo por algo que no existe, el miedo también es imaginario.

Mi regalo, para ti, para mí, es una recomendación. Haz un STOP y no pienses en todas las cosas que tienes que hacer, piensa que, si no controlas tus energías a tu favor, nada de lo que emprendas te saldrá bien, al contrario, tendrás que repetirlo varias veces.

Nunca te ha pasado que cuando más cansada estás, tú niño demanda más de tu atención, o cuando terminas de limpiar y recoger exhausta a alguien se le bota un vaso de agua en el piso, o simplemente se cae el cordel y se te vuelve a ensuciar la ropa. Pues sí, a mí antes me pasaba y me tiraba a llorar en plan: “de madre, con lo cansada que estoy, qué suerte”…pero, una enseñanza te la da hasta ese pajarito que te hace popó en la ropa cuando quieres llegar impecable a un lugar (dice Adri que este ejemplo está cursi pero a mí me parece el colmo de la “mala suerte”)…esas cosas suceden siempre que estás al límite y no lo percibes y es precisamente para que pares, respires y te cuestiones qué NO estás haciendo por ti.

Entonces, personas bellas que me leen. A mimarse, respetarse, cuidarse, quererse, porque no es oración repetida de libro de autoayuda, es en serio: tú eres la persona más importante en tu vida.

Cree en ti.

Elógiate.

Perdona y perdónate.

Sé amable cuando te mires al espejo.

Expresa tus emociones.

Pide ayuda si la necesitas.

Acéptate tal y como eres.

Establece relaciones sanas.

Enfócate en las cosas positivas.

Intenta comprender en lugar de juzgar.

Evita compararte con los demás.

Coloca límites amorosos.

Regálate tiempo para consentirte, y si ya ibas a quejarte, te digo que el próximo artículo es de ideas para consentirte que no requieran dinero.

Cuidar de ti ayudará a integrarte, a ser coherente, poco a poco tus palabras y tus acciones coincidirán y ahí, podremos tener la carga y los pesos que sean, que sabremos cómo llevarlos e incluso, podremos decidir si no queremos cargar con ellos.

Aunque fue un artículo que no solo incluye a quienes tenemos hijos, dejo sutilmente mi bichito consciente. Para poder tener calma, paciencia, enfrentar las crisis familiares y solucionar los conflictos del día, necesitamos dedicarnos tiempo para cuidarnos nosotros mismos.

Los niños absorben nuestros estados emocionales, y según los psicólogos aprenden imitando NUESTRO comportamiento, entonces ¿por qué cuando un niño hace berrinche, está inquieto o demanda atención, insistimos en cambiar SU comportamiento?

Ahora sí, ¡Feliz Día de las Madres!