Hace mucho tiempo que no escribía en el blog y aunque sentía que debía compartir mi experiencia en esta nueva etapa, no sabía explicar la erupción de emociones que explotaba dentro y es que nuestra vida ha dado muchas vueltas desde enero hasta la fecha.

Comenzaré diciendo que, por mi naturaleza emocional y sensible, ha sido diferente de lo que imaginaba. Ni siquiera puedo decir que fue una oportunidad consciente y premeditada, realmente apareció y se agarró. La vida va de decisiones, cada paso, a cada minuto y esta ha sido una de las más importantes que hemos tomado, aunque no lo supiera en ese momento. Quiero contarles entonces, las etapas transitadas en todo este tiempo.

Fase 1. Reconocerse

De las primeras clases en el camino de sanar y amarse, está NO juzgar. NO criticar.

Es, sin lugar a dudas, de los más difíciles de desaprender, no tienen idea de las veces que dije:

«No entiendo a las madres que se separan de sus hijos» – y aquí estoy, 6 meses después – quizás el Universo me regaló este entrenamiento porque no lo tenía del todo aprobado.

Fase 2. Certeza

Debo admitir que, apartando algunos fantasmas que aparecían a ratos, siempre “sentí» que era una decisión correcta. No por lo que pueda o no representar, no porque este sea o no el lugar “ideal”, no porque los astros se alinearon, sino porque mi instinto ha sido extremendamente certero, he podido escucharlo muchas noches decirme: – Es el momento perfecto – y me ha acompañado con mucha paz.

Fase 3. Culpa

En la fase 2 les comentaba de algunos fantasmas que aparecían, unos se iban rápido, a otros los espantaba de mi mente pero algunos venían con más herramientas y artimañas y a esos les permití entrar.

Llegaron y “te atacas” directo a la vulnerabilidad, olvidé que ellos provienen de nuestros propios pensamientos, de nuestras historias y quién me conoce mejor que yo, para saber exactamente donde más me duele. Imaginen este escenario de queja y victimización:

Yanita, la mamá de Lucas, la que escribe de Crianza Consciente, la que comparte tiempo con su hijo, la que le gusta pasear los domingos y hacer cenas familiares, estaba agarrando un avión y viajando 781 km, con un mar por medio. Encima de eso, me sentía coherente y feliz, eso era demasiado para el ego.

Fase 4. Aprendizaje

Acepté el hecho de que me sentía culpable por no sentirme culpable. Exactamente eso, llegué a sentirme mal porque para mí no era posible que estando lejos de mi hijo yo me sintiera bien, era como un absurdo, sería más creíble el “sacrificio” si al menos estuviese triste. Pero no es así, porque tenemos una relación con nuestro hijo transparente y maravillosa, porque no se trata de enmendar ahora, se trata de todo lo que hemos construido desde que nació. Nos sentimos bien y estamos felices de cada pasito logrado que no significa que no lo extrañemos o que la separación sea fácil. Pero eso lo aprendí luego, estaba muy confundida para entenderlo.

Fase 5. Gratitud

La fase de aprendizaje fue más fácil cuando comencé a pensar todas las cosas buenas que estaban pasando. Cuando fui capaz de entender que no estábamos solos. Familia, amigos, vecinos, conocidos…todos en función de que Lucas viva unas “largas y felices vacaciones” Y lo están haciendo tan pero tan bien que ese chiquito no para de sonreír, y nosotros no podemos estar más agradecidos.

Fase 6. Enfoque

Cuando hay coherencia, cuando te sientes tranquilo,  sientes que está bien, puedes asumir la responsabilidad de que esta etapa está favoreciendo un aprendizaje que ambos debemos tener. Tenemos ante nosotros una oportunidad para crecer juntos, cada uno desde donde le toca, y eso incluye enviarnos fotos, contarnos qué hicimos y hasta leer cuentos por WhatsApp. Siempre habrá una manera de estar presentes. Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos. ¿Cómo aumentar la conciencia? La conciencia se desarrolla abrazando la realidad sin juzgar (Dr. Kabat-Zinn)

Fase 7. Somos Uno

Gracias a Lucas, por ser nuestro maestro. Cuando aprendemos a escucharnos y a escuchar a nuestros hijos y somos capaces de sentir empatía por lo que sentimos en la familia todo se vuelve más fácil. Lucas es nuestro termómetro, como cada niño seguramente lo es de sus padres. Algo que nosotros hemos aprendido a partir de la Crianza Consciente es que la madre es el punto de referencia para el niño y éste, a su vez, se convierte en espejo para la madre. Hay un canal muy rico en señales, observar esas señales nos permite estar en sincronía emocional y poder discernir cómo repercute una situación en casa.

Casa que no tiene que ser una un espacio físico, porque desde acá yo siento a Lucas, seguramente por eso anoche soñé con él y pude darle tantos y tantos besos como me fue posible…

(Continuará, hasta que estemos juntos de nuevo)