El Pequeño Príncipe

– una nueva percepción-

Habría jurado yo que El Pequeño Príncipe era de mis lecturas reiteradas. Tantas veces sonreí con sus páginas que de memoria sabía que no se ve bien sino con el corazón, que lo esencial es invisible a los ojos y que las personas serias no tienen tiempo porque andan muy ocupadas. En silencio quizás, he esperado muchas veces porque se me aparezca un niño de la nada, con un dibujo #1 para poder responder, orgullosamente, que se trata de una boa que se tragó un elefante y no de un simple sombrero como todos pensarían.

Él, tan pequeño y frágil como El Principito, desafiando a la oscuridad y confiando en la linterna del teléfono, trae dos libros en la mano. No sé si bajo las condiciones ambientales del 23 de agosto de 2020, las ráfagas de una tormenta tropical que invocaron al calor, sin corriente eléctrica, tirados en la sala como el aviador en el desierto del Sahara, o si ahora que soy madre y Lucas me ha domesticado me he vuelto más observadora y sensible. Lo cierto es que, esta vez, la lectura fue completamente diferente.

Los niños deben ser tan indulgentes con las personas mayores. Convencida ya de que nuestros hijos nos dan cientos de oportunidades de enmendar, de perdonar y de amar, esta fue la primera frase que retumbó en mi conciencia.  ¡Cómo es que nunca leí eso hasta ahora!

Hablas como las personas mayores: lo confundes todo, lo mezclas todo. Pues sí, en esta también lleva razón. Tratamos mal a nuestros hijos porque hacen algo y realmente es porque tuvimos un mal día, y no nos paramos un segundo a pensar que lo que está detonando la impaciencia no es la acción del niño en sí, sino nuestro límite de ira, culpa y miedo concentrado.

Imponemos límites a nuestros hijos porque alguien (la mayoría de las veces sin hijos), tiene una opinión o teoría al respecto. Cuántas veces luchamos contra nuestro instinto, provocando así un apretón en el pecho, un sentimiento de culpa, una lucha interna que nos indica que hay algo que no estamos viendo, porque olvidamos que los ojos son ciegos, que hay que ver con el corazón.

Exigimos, continuamente, porque no dejamos de comparar a nuestros hijos con otros niños. Creemos que existe una etapa absoluta y limitada para todo. Solo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar. No paramos de controlar una situación si se sale de nuestras expectativas, y es así entonces, como dejamos de disfrutar la versión bendecida que tenemos en casa y comenzamos a “sufrir” por la versión idealizada que construimos.

A través del llanto, de perretas, de palabras, de “malacrianza”, de una frase repetida muchas veces hasta que contestamos gritando, nuestros hijos reclaman su tiempo y su atención. Son regañados y al minuto siguiente, sin venganza, nos siguen amando. Solo los niños saben lo que buscan, y explotan todos sus mecanismos para hacer una petición de amor.

Los hombres no tienen tiempo de conocer nada. Hay que ser muy pacientes. Tienen idea de, aún cuando he encontrado las herramientas para hacerlo, cuántas veces he obviado una petición de atención de Lucas, por estar trabajando y “no tener tiempo”. Yo he sentido pena, he sentido vergüenza pero también he sentido deseos de seguir aprendiendo, he agradecido por re-encontrar las enseñanzas y no el valor egocéntrico emitido por creerme que había leído este libro. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás.

Es tan ilusorio creer que los adultos sabemos lo que necesitamos, y peor aún, lo que otros necesitan. Los adultos nos transformamos por circunstancias, por comodidad, por dinero. Elegimos tener razón sobre estar en paz. Mantenemos relaciones tóxicas por miedo a la soledad. Nos quedamos sin momentos para disfrutar de aquello que nos gusta porque hemos tergiversado las prioridades. Deseamos tanto crecer… ¡y nos volvemos tan tristes!

Dichoso aquel que haya descubierto cada una de estas lecciones, que a mí recién llegan. Si hasta este punto aún no te han dado ganas de leer por primera o una vez más el libro, te comparto las siguientes curiosidades:

  1. El Pequeño Príncipe – Le Petit Prince vio la luz el 6 de abril de 1943, un año antes de que su autor, Antoine de Saint-Exupéry, despegara a una misión de la cual nunca regresó.
  2. El manuscrito estaba en una bolsa arrugada de papel, tenía unas 140 páginas con ilustraciones en acuarela, originales del autor.
  3. La obra ha salido con más de 200 portadas alrededor del mundo.
  4. Se ha traducido a más de 250 lenguas y dialectos, es el libro más traducido de la historia, luego de la Biblia.
  5. Es el libro más leído de la lengua francesa y sus ventas han superado los 140 millones de copias a nivel mundial.
  6. Antes del euro, Francia tenía un billete de 50 francos con la imagen de Saint-Exupéry y del Principito.
  7. En 1993 un asteroide fue nombrado 46610 Bésixdouze o B-612, en homenaje al planeta de donde venía El Principito.

Y me aprovecho así, de que las personas mayores son muy fáciles de convencer si les hablas con números.

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Federico

👏👏👏

Yanita Reynaldo Oms

Gracias 😊

Katia

Qué maravilla, Yani, como siempre. Es tan fácil leerte y entender todo. También he leído El Principito varias veces, quizás sea hora de volverlo a hacer.

Yanita Reynaldo Oms

Cada comentario tuyo me provoca un agradecimiento tremendo. Gracias!

Rosmery Ramírez Iglesias

Cada nueva lectura de este maravilloso libro ha sido un aprendizaje para mi, es de esos libros q yo digo q han crecido conmigo. El reto de leerlo ahora como madre es emocionante… Gracias

Yanita Reynaldo Oms

Estaré ansiosa de saber qué te provocó desde esta nueva perspectiva 🥰 Gracias miles por llegarte hasta acá

Joy

Este es mi libro preferido de todos los tiempos. Un día, en una feria en Guayaquil, lo descubrí en un librero entre cientos de otros hermosos libros, lo tomé sin siquiera preguntar el precio, sabía que lo quería, sabía que quería que Marcel lo tuviera desde ya, aunque aún no se ha encontrado a fondo con el principito, pero ya lo conoce. Estaba caro, pero yo ya estaba decidida, habría que recortar otros gastos ese mes, pero el Principito lo valía. Yo siempre he creido que este es un libro para leer muchas veces, porque tiene la magia de que… Read more »

Yanita Reynaldo Oms

Mi niña bella, que sabia eres. El Principito siempre valdrá la pena. Lucas se duerme enseguida, de igual manera está in poquito largo para ellos, así que tiene que ser de a poco. Pero nosotras estamos labrando el camino, ellos sabrán cuándo transitar. Yo también sentía que siempre aprendía algo nuevo y sin embargo, me sorprendí más con esta última vez. Espero que me mantengas al tanto de tus nuevos descubrimientos, ahora como #lamamademarcel 🥰

AMAR

So true!!! Solo falta estar despiertos aún cuando dormimos.

Liliana Ramos Tena

Ohhh Yani! Tú siempre nos sorprendes, siempre tienes algo para compartir, y déjame decirte q virtualmente nos llenas d mucha energía positiva y grandes enseñanzas. Muy bello y gracias por compartirnos tu punto de vista a través d las enseñanzas de éste libro tan especial para muchos.

Senia

Dios!! No dejes de escribir ,esto me hace ser mejor chica 🥰

Maidelyn

Qué lindo escrito Yani. Tienes razón en todo lo que comentas. Me pones a reflexionar siempre que leo un escrito tuyo. Tienes un gran don de la palabra. Gracias de verdad, pues es difícil expresar con palabras a veces lo que se siente. Besitos.