A propósito de la encuesta que hicimos en Facebook, donde debíamos hacerles una serie de preguntas a nuestros pequeños, me llamó mucho la atención la frase con la que cada mami compartía el post. La mayoría escribieron que dudaron de si hacerlo o no, y que finalmente habían quedado muy sorprendidas con las respuestas.

La verdad es que a mi me pasó exactamente lo mismo, y si les soy sincera, lo que me pasaba era que temía que Lucas no respondiera, no me hiciera caso, no entendiera incluso de lo que yo le estaba hablando, y si así hubiera sido, ¿cómo yo habría reaccionado? Seguramente lo hubiera comparado con otros niños y me hubiera sentido tremendamente mal, sencillamente porque el mío no hizo lo que los demás hicieron.

Entre que la sociedad nos tiene más que entrenados con las competiciones y los hábitos impuestos, que además recibimos mientras criamos los consejos que pedimos, los que no pedimos, los que la gente quiere, los que se imaginan que queremos…todos opinan con una seguridad que nos da hasta miedo no seguir los consejos, es una locura toda la información que nos cae encima una vez que llegamos a este camino.

Por esa razón les quiero compartir algo hermoso que encontré…se trata de una carta viral de una pediatra a una madre, y que si bien no está con palabras súper rebuscadas, para mi marca la esencia de lo que verdaderamente importa.

“Lo mejor no es el pecho. Lo mejor no es tampoco el biberón.

Lo mejor no es que lo cojas. Lo mejor tampoco es que lo dejes de coger. 

Lo mejor no es que lo tumbes así. Lo mejor tampoco es que lo tumbes del otro modo.

Lo mejor no es que lo tapes de una forma. Lo mejor tampoco es que lo tapes de la otra forma.

Lo mejor no es que lo abrigues con esto. Lo mejor tampoco es que lo abrigues con aquello.

Lo mejor no es que le des purés. Lo mejor tampoco es que le des trozos.

Lo mejor no es lo que te dice tu madre. Lo mejor tampoco es lo que te dice tu amiga. 

Lo mejor no es que esté con una niñera. Lo mejor tampoco es que vaya a la guardería o esté con los abuelos.

Lo mejor no es que siga ese tipo de crianza. Lo mejor tampoco es que siga ese otro estilo de crianza.

¿Sabes lo que realmente es lo mejor? 

Lo mejor es lo que a ti te hace sentir mejor. 

Lo mejor es lo que tu instinto te dice que es mejor.

Lo mejor es lo que a ti te ayuda a estar bien también.

Lo mejor es lo que te permite a ti ser feliz con tu familia.

Porque si tú te sientes segura, ellos también se sienten seguros. 

Porque si tú crees que lo estás haciendo bien, tu tranquilidad y felicidad les llega a ellos.

Porque si tu estás bien, ellos reciben lo mejor. Porque lo mejor eres tú.”

Detrás de una mamá en calma siempre habrá un niño feliz. Tenemos el amor y el poder de acompañar a nuestros hijos en un camino de paz. Pero primero debemos asimilar que cada niño es único, cada uno crece y aprende a su propio tiempo y segundo debemos comprender que cada una de nosotras hace lo mejor que puede, y que esto es un aprendizaje mutuo. Si logramos fortalecer  la confianza en ellos mismos y su amor propio, crecerán como personas capaces de lidiar con las adversidades que se encuentren. Como dice Enric Corbera, “que se amen y luego, que sean lo que quieran”.